martes, 27 de octubre de 2015

UN ENCUENTRO, UN ADIOS...



La mañana se introdujo por una línea entre la cortina, que no estaba en su lugar, trayendo consigo además de la luz, la calidez del sol que tímidamente se asomaba al iniciar el día

Su mano se dirigió por instinto hacia sus ojos, la luz le molestaba se movió despacio girando tratando de no despertarla, para encontrarse con su rostro se veía tan linda, con el cabello enredado, un aire de inocencia como si fuera una niña, que dormía plácidamente después de que le leyeron un cuento y sueña con los personajes descritos en su libro favorito, siente ganas de abrazarla, besarla no soltarla nunca, en ese momento no se parecía en nada  a la mujer que tuvo entre sus brazos la noche anterior, con esos ojos encendidos de deseo, gimiendo y gritando su nombre, con unos besos que lo transportaron a otra dimensión, con el calor de su cuerpo, el sudor como el roció iluminándole la piel, se estremece de recordarla  como le  beso, como le toco

Suspira y le rosa con la mano su mejilla, ella ronronea y se da la vuelta para quedar de espaldas a él la abraza y le susurra al oído

--Ya es tarde bonita, ¿no te vas a levantar?

Ella le toma las manos y  se las lleva a su  pecho, siente encenderse la llama de nuevo

--mmm si ya es hora, ¿me regalas veinte minutos más?

Se voltea para quedar frente a él y le besa con pasión, recorre su cuerpo con sus manos, siente como su corazón late más fuerte, la sangre pasa más rápido, quiere escucharla de nuevo gemir,  se entrelazan en un vaivén de deseo con las emociones a flor de piel, se pierde en las sensaciones que le provoca tener a esa mujer, que enciende sus sentidos, se sumerge en su humedad, la besa hasta que tocan el cielo juntos ella le sonríe, se estremece, se unen en el delirio del placer

Ella le mira fijamente queriendo llevarse esa imagen en su mente, se levanta despacio como si no quisiera hacerlo, es mas no quiere, desea estar así otra vez olvidarse del reloj del tiempo de lo que sucede fuera de esa habitación, tomando la sabana se enreda y sin dejar de mirarlo camina hasta el baño y le lanza un beso, que él toma en el aire y se lo lleva al pecho

De pronto sale otra mujer vestida y bañada con el pelo húmedo aun desenredándose mientras el sigue en la cama, admirándola, ella termina de arreglarse se sube lentamente en la cama, se acerca y lo besa de nuevo,

--Cuídate, nos vemos después, ¿me llamaras?

--¡Claro! En cuanto pueda hacerlo

Ella lo mira, su mirada se vuelve distinta, dentro de su corazón que late como si quisiera salir de su blusa, sabe que no pasara, esa es la última vez que se encuentran, la tristeza aunque ella trata de disimularla se le nota, es como un libro abierto, solo le sonríe, con una sonrisa fingida, no sabe cómo retenerle, no puede leer lo que él siente…

Camina hasta la puerta se da la vuelta y le lanza un beso de nuevo, y sale de su vida para siempre, él se queda con una sensación extraña cuando ella se va, un torrente de emociones lo inunda por dentro, no sabe cómo quedarse, es mucho tiempo de esconder lo que siente, de tratar  de que todo tenga un orden dentro de su mente, siente algo por ella, pero 
¿Cómo puede decírselo? Él no se dio cuenta de que esa noche fue la última vez que la tendría, se levanta, se mete al baño, y se alista para salir, una vez que termina su rutina, echa un vistazo a la habitación y se da cuenta de que en el suelo está un objeto lo toma es  su anillo que tiene un corazón, debió de olvidarlo lo guarda en el bolsillo de la camisa, es un pretexto más para verla, no  sabe que  es el último recuerdo que tendrá, de ese  algo que nació de pronto, que  podía haber sido lo que estaban esperando, pero que se pierde, porque los dos mueren de miedo, porque ninguno dio el paso que debía dar para lo que podía haber sido una relación

El aroma de su piel está impregnado en sus manos, abre la puerta y regresa al mundo, cada uno se marcha para retomar la vida que llevan, los dos con la soledad que se anida dentro del corazón.

Autor:
           Atenea Gzl
                                        
                                                          foto tomada de la  red

VIAJE SIN RETORNO


 
Caminaba rápidamente por el sendero, volteaba sin cesar  hacia atrás, el camino comenzó a hacerse más largo o eso le pareció cada paso que daba, el frio le hizo levantar el cuello de su chamarra, y al hacerlo su mente voló hasta el día que llego a ese lugar, vivía en los suburbios de la ciudad, y estaba harto del ruido y las fiestas de cada noche, así que decidió cambiar de residencia a un lugar menos  concurrido y dio con ese pueblo a treinta y cinco minutos de la ciudad, pero que conservaba la tranquilidad que se siente en el aire de provincia, le dijeron que existía una propiedad en venta, muy económica que al consultarlo con su bolsillo, le alcanzaba perfecto así que la adquirió y se mudó, le encantaba ese lugar, pero esa noche estaba nervioso, desde hacía unos días se sentía incómodo, así que había decidido salir a caminar, la  sensación  de que le seguían no dejaba de rondarle, caminando por esa calle a punto de llegar a su casa, detrás del árbol de pirul que estaba a unos metros de la entrada, vio una luz ¿Cómo tenia luz el árbol?, se olvidó de su delirio de persecución, y camino sin detenerse como si algo le llevara al árbol como un imán,
 

Asomándose despacio por la abertura de donde salía la luz, vio una sombra pasar por enfrente, y se escondió, ¿paso  en verdad a alguien? O ¿fue su imaginación? La curiosidad le hizo volver a asomarse y se dio cuenta de la grieta era lo suficientemente grande como para que pudiera entrar y contra toda lógica, ingreso por una grieta de un árbol, y siguió adentrándose hasta donde vio la luz, sobre un montón de hojas  se podía apreciar la silueta de un cuerpo, caminando de puntillas llego hasta ahí,  estirando la mano giro el cuerpo y se encontró con una calavera que le miraba con las cuencas vacías,  lo más aterrador fue cuando una mano huesuda le tomo del hombro y salió de su garganta un grito desgarrador, el ultimo que daría en su vida

Amanecía  cuando la señora que vende tamales, paso por la calle del pirul, y encontró sobre la acera el cuerpo sin vida, pego un grito en ese momento, la cabeza era una calavera que la miraba con sus cuencas vacías, se trataba de Ernesto Hernández,  se reconoció el cuerpo por la cartera, de la chamarra, hasta este día, nunca se supo cómo fue que el cráneo del difunto se quedó sin piel

La casa está de nuevo a la venta, ¿le gustaría adquirirla? Es una ganga muy barata a solo treinta y cinco minutos de la ciudad…


Autor:
                    Atenea Gzl 

                               foto de +Juan Cabezuelo