Me encuentro aquí en este lugar, donde dijiste que vendrías
para encontrarnos, hoy como desde hace más de un año, sigo esperándote desde
ese día sublime en el que me dijiste que me amabas, que por mi tu suspirabas,
fue el día más feliz de mi existencia
Así que en cuanto me citaste, mi corazón acelerado, se adelantó
a la razón y dije que si, me puse mi chaqueta obscura, mi mejor ropa de calle,
y corrí al bar que me señalaste aun con el corazón latiendo, sin pensar en nada
que no fueras tú, y me senté frente a la entrada para verte caminar por el
pasillo, para perderme en tu andar tan confiado, con tu falda ajustada, la
blusa color carmesí que me encanta pues resalta la blancura de tu piel, tu
cabello suelto al viento con los rizos aun inquietos jugando con tu rostro, y esa
hermosa sonrisa que me mata, y al estar a tu lado escuchar tu dulce voz que
para mí es como una melodía que inunda el corazón
Y espere pasaron las horas hasta que me quede solo en ese
bar, después de haber bebido varias cervezas, comencé a llorar, no estabas te
busque y te llame en mi mente y a gritos en el teléfono que solo me regresaba
el tono de marcar, y no había una respuesta nada, ni nadie que me dijera que me
informara en donde estas
Con una desesperación que no conocía, con la sensación de
soledad más grande que jamás hubiese tenido, recorrí las casas, de tu familia y amigos todos me
miraban, nadie decía nada
Busque por calles y callejones, por calles desoladas, por
plazas y mercados, te busque en el colegio, en el parque y cada noche en mi
cama, dormido rogaba al cielo una señal solo quería saber dónde estabas
Y te encontré, al dar la vuelta en una esquina mis ojos se
abrieron y ahí estabas…
En mis sueños, dentro de mi imaginación, donde siempre
estuviste, pero yo no lo sabía, y aunque
no me diera cuenta de ello, desde ese día regreso a este bar y busco esa mesa,
que tiene vista a la entrada, con la
mano bajo mi barbilla, esperando que entre (si Dios tiene piedad de mí vida) alguien que coincida, alguien que se parezca a el amor de mi vida…
Autor:
Atenea Gzl
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Atenea Gzl
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